El apocalipsis chic de Balenciaga

Balenciaga ofreció un show de gran impacto visual el domingo, como una ópera dramática de los nuevos tiempos. Bajo un cielo cambiante que se reflejaba en un escenario acuático. Demna Gvasalia, director artístico de la casa de lujo propiedad de Kering, presentó su colección para el otoño-invierno 2020/21, mezclando influencias y energía del pasado y su visión del futuro. Un desfile intenso, que deja una atmósfera apocalíptica para volver gradualmente al mundo más fútil y ligero de la moda.

Una extensión de agua negra, que envolvía las sillas en las primeras filas hacía de pasarela, en la que se reflejaba una pantalla gigante suspendida del techo. Mientras los primeros modelos pisaban el suelo bajo un cielo amenazante, salpicando todo a su paso. Especialmente cuando algunos de ellos llevaban enormes botas de pescador que llegaban hasta los muslos, como pudimos ver en la laguna.

La emergencia climática está presente. Sobre todo en unas imágenes, que descendían del techo expandiéndose por el resto de la sala. Ráfagas, relámpagos, olas espumosas, paisajes urbanos de hormigón o incluso un cielo en llamas que bañaba el espacio con un resplandor rojo y teñía de sangre la gran capa de agua.

La primera parte de esta vasta colección propone una serie de trajes austeros totalmente negros en diferentes materiales , que cubren todo el cuerpo con cuellos altos y algunas capuchas, mostrando también un registro clerical y del pasado lejano. El conjunto hace pensar en cierta iconografía española de siglos pasados, el país de procedencia del fundador de la casa, Cristóbal Balenciaga.

Abrigos gruesos, túnicas alargadas, sotanas de terciopelo, vestidos de magistrado plisados con mangas acampanadas, faldas, trajes, chubasqueros y hasta una chaqueta cruzada que se extendía hasta el suelo empapado, todo llevado por hombres y mujeres de diferentes edades, algunos con inquietantes ojos rojos. Este espíritu dramático se acentúa con una serie de prendas de proporciones cuadradas exageradas delimitadas por hombreras “pagoda” con la punta hacia arriba.

También hay nuevas técnicas de construcción de ropa que hacen de doble función. Combinándolo con colores llamativos que resaltaban en la oscuridad ambiental .

En la segunda parte, el vestuario cambia significativamente con un espíritu ligeramente más streetwear, pasando a un registro deportivo, destinado principalmente a hombres con gorras y chándales elegantes o con ropa de motocross de cuero, con pantalones y chaquetas equipados con múltiples protecciones en las rodillas, codos y hombros.

También había algo de fútbol, con modelos que llevaban bonitas camisetas con los colores del equipo de Balenciaga.También cabe señalar que el departamento de accesorios promete un futuro brillante, con un bolso con forma de fiambrera.

Para la noche, Demna Gvasalia se divierte formando trajes de gala, ajustados y cortados en una sola pieza, que incluye vestido, pantashoe y guantes, utilizando materiales elásticos en colores brillantes.

Cabe destacar que el diseñador también ha experimentado con el estiramiento esta temporada, con una serie de trajes originales que abrazan las curvas del cuerpo. En la misma línea, creó trajes, como de segunda piel, muy ajustados y coloridos para hombres, cubriendo… y revelando de pies a cabeza.

https://www.lavanguardia.com/de-moda/pasarelas/20200302/473915471142/balenciaga-desfile-otono-invierno-paris-apocalipsis-moda.html

Palm Angels: así es la firma italiana obsesionada con el ‘skate’ de Los Ángeles que ha encandilado a Bella Hadid

La marca se inspira en todos los símbolos más estadounidenses con espíritu ‘street’ para sus creaciones. Su última presentación en la Semana de la Moda de Nueva York la asienta en el olimpo de las más deseadas.

Lejos de anclarse en el mecanismo habitual de presentación del resto de firmas, la italiana Palm Angels busca el impacto con cada una de sus prendas. Es por ello que esta marca radicada en Milán – pero, paradójicamente, con un ADN puramente estadounidense – aprovecha las temporadas para ir lanzando con cuentagotas algunas prendas únicas que, automáticamente, se convierten en objeto de deseo para quienes siguen la moda más street. Los chalecos que lanzaron en verano de 2019, inspirados en los que utilizan los pescadores de las zonas interiores de Estados Unidos, son una buena muestra de ello.

Fundada en 2015 e influenciada por el estilo de los patinadores de la ciudad de Los Ángeles, por el fanatismo que su director creativo Francesco Ragazzi siente hacia esta tribu urbana, Palm Angels ha conseguido en apenas cinco años posicionarse como una de esas firmas de lujo asequible que intentan apartarse al máximo de una idea tradicional de lujo. Solo se vende en boutiques selectas (como la difunta ColetteSelfridges o Saks Fifth Avenue) y ha conseguido que Pharrell Williams o Bella Hadid hayan lucido sus prendas en una época en la que algunos creadores como Virgil Abloh han dado por muerta la moda de la calle.

En París es donde la pequeña del clan Hadid ha escogido un chaleco puffy de franjas en colores primarios que conseguía dar vida a, como no podía ser de otro modo, un estilismo que recordaba a los skaters de los años 90. Unos pantalones caqui, un jersey blanco de cuello alto, deportivas blancas y unas gafas con cristales amarillos tenían la culpa. Lo más llamativo no es que la modelo haya escogido una firma prácticamente desconocida para el gran público, sino que lo haya hecho durante la Semana de la moda de París. Bella Hadid ha sido la estrella en desfiles como el de Off-White (que ha conseguido que Yolanda Hadid volviera a desfilar, convirtiéndose en el más comentado de la semana ) o Lanvin, lo que ha significado que todos los fotógrafos vivan pendientes de sus movimientos. Resulta relevante que, pudiendo elegir prácticamente cualquier firma, haya escogido a Palm Angels en uno de sus pocos momentos de relax.

La estrategia de la firma es la misma que la de muchas otras que reinan en el street wear, como la omnipresente Supreme. Hay colecciones al uso, desfiles, pero su fortaleza se encuentra en pequeñas piezas que aparecen con cuentagotas en perfiles muy escogidos de Instagram o revistas especializadas, se convierten en objetos de deseo perseguidos por los insiders y… se agotan. Así ha pasado con algunos de sus modelos de zapatillas, con la funda para ear pods en varios colores o con el sistema antirrobo de ropa que comercializó decorado con su logotipo.

Detrás de la marca está el mencionado Ragazzi, quien ha trabajado en el departamento creativo de Moncler durante más de diez años y quien se decidió a aventurarse en la creación de una firma propia a partir de un libro, que lleva por nombre Palm Angels, en el que retrataba la escena de los skaters de Los Ángeles. Nacida en Milán, la marca tiene una intención global y por eso presenta sus colecciones en Nueva York, pero, además, es uno de las mejor vendidas en territorios como Hong Kong. La obsesión del italiano por la idiosincrasia estadounidense le ha llevado a reinterpretar todos los símbolos más terrenales de Estados Unidos. En su última colección hay referencias a los nativos americanos, el águila imperial que es símbolo del país y hasta las Montañas Rocosas aparecen en estampados sobre las prendas.

Jonathan Anderson habla sobre una industria de la moda en plena transformación

El director creativo de Loewe sigue impregnando sus diseños de calor humano en su colección otoño-invierno 2020. Su enfoque ha tenido mucho éxito a la hora de fortalecer la identidad de la empresa de artículos de piel de 174 años, así que, ¿cómo piensa construir una industria mejor? 

Han pasado casi siete años desde que Jonathan Anderson llegó a Loewe, donde sigue dando un soplo de aire fresco y modernidad artesanal a la firma madrileña fundada en 1846. 

Su búsqueda por traer el factor humano de vuelta a la moda se manifiesta en la colección otoño-invierno 2020 por medio de su colaboración con el ceramista japonés Takuro Kuwata (finalista del Craft Prize 2018 de Loewe), que creó colgantes de cerámica, adornos para los bolsos y placas con tachuelas incorporadas a los tops y a los corpiños de los vestidos. Estas superficies sólidas se yuxtaponen con lanas y brocados, jacquards de seda y algodones robustos que forman siluetas regias junto a las mangas abullonadas, cuellos esculturales y faldas globo. La colección es una “fusión de cosas”, en lugar de estar “inmersa en una única idea”, afirma el diseñador norirlandés.

A continuación os dejo algunas de las preguntas que le realizaron en la entrevista a Jonathan Anderson

¿Qué fue lo que te hizo colaborar con Takuro Kuwata?

Jonathan Anderson: Siempre he tenido esta idea romántica de los diseñadores trabajando en equipo junto a los ceramistas, como hizo Issey Miyake cuando trabajó con Lucie Rie en los años 80. He estado pensando en cuál sería el aspecto esa relación en la actualidad. Colecciono la obra de Takuro y él ha sido una influencia para una generación entera de ceramistas desde una edad muy temprana. Desde lejos las piezas [en las que hemos colaborado] parecen ser de cuero, pero son de porcelana. Los collares y bolsos se venderán tal y como son, pero en el caso de las prendas son embriones de las piezas que se comercializarán. Donaremos las piezas expuestas a instituciones para unir el mundo de la moda y la artesanía.

Los collares y bolsos en los que trabajó Takuro se basan en las tazas de la ceremonia japonesa del té. ¿Quieres aportar una sensación de ceremonia a la manera en la que se viste la gente?

Jonathan Anderson: Creo que todo el mundo tiene su propia ceremonia única a la hora de vestirse por la mañana. A alguna gente le gusta la idea de tener un uniforme para no tener que tomar decisiones, como cuando fueron al cole; a mí me gusta la idea de la performance y es algo que estoy explorando con [mi propia marca] JW Anderson, el arreglarme incluso cuando sólo voy a trabajar”.

¿Por qué te resulta importante hacer colaboraciones como esta?

Jonathan Anderson: La artesanía me llega mucho, hay una realidad tangible en ella. Creo que a menudo se nos olvida que la ropa la hacen personas, en realidad ya no nos fijamos porque estamos muy acostumbrados a ver imágenes mejoradas y retroiluminadas en 2D. Así que me estoy centrando en la idea del taller, en la gente que crea las prendas, para traer la emoción, la textura y el factor humano de vuelta a la moda.

Hay muchas siluetas voluminosas en otoño-invierno 2020. ¿En qué se basan estos diseños?

Jonathan Anderson: Esta temporada traté de explorar los volúmenes. Tuve en mente la moda parisina en la posguerra (diseñadores [como] Dior y Balenciaga), su influencia en otros países europeos y cómo cambió al ser trasladada. Cuando estos patronajes se enviaron a Inglaterra y España, por ejemplo, la gente acudía a su costurera y los detalles cambiaban, la tela era otra y se transformaban en algo distinto.
Fabricamos los textiles desde cero en Francia, Italia y Japón, como los jacquards tejidos en seda y lana. Hay muchos adornos de cuentas con efecto degradé que exploran la idea de las prendas de vestir como joyas. Algunos de los looks se combinan con deportivas, me gusta hacer que algo como un vestido baje así a la tierra, y hemos diseñado un bolso de piel basándonos en la cestería japonesa.

¿Así que la cultura y el arte japonés jugaron un papel importante en esta colección?

Jonathan Anderson: Japón siempre ha sido una influencia para mí. Cuando fui a Kioto [por el Craft Prize 2019 de Loewe] fue increíble ver todas esas casas diseñadas siglos antes de la existencia de [el arquitecto germano-americano Ludwig] Mies van der RoheLa idea de la modernidad trasciende del tiempo; se trata de hacer edificios que interactúan con su entorno. En Europa construíamos espacios con mala iluminación y muebles oscuros en la época medieval.

La manera en la que hemos construido la industria de la moda, y más específicamente los desfiles de moda y su relevancia, está siendo examinada cada vez más de cerca. ¿Qué crees que nos espera en el futuro?

Jonathan Anderson: A todo el mundo le encanta la idea de que dejen de existir los desfiles de moda, pero al mismo tiempo queremos contenido, y son muy buenos a la hora de crearlo. Cada diseñador tiene que hallar su propio ritmo y no seguir el statu quo. Si Tom Ford quiere hacer un desfile en los Ángeles, entonces debería hacerlo. Tienes que hacer lo que está bien para ti en lugar de imitar el sistema.

Personalmente, para mí el [propósito de] un desfile de moda está en que [crea] un principio y un final: aquí hay una idea, tiene una duración determinada y luego, ¡pam! Sigues adelante. Es como un punto final. ¿De qué otra manera podemos articular la ropa?

Hace diez años todo el mundo decía “Oh, los desfiles se harán digitales y los emitiremos en directo” pero no sucedió. Hay algo en el hecho de poder ver el aspecto emocional de la moda, esta idea extraña de las modelos desfilando alrededor de una habitación donde la gente se junta para debatir sobre moda; si te desprendes de eso pierdes mucho. Es como decir “¿por qué seguir haciendo exposiciones a estas alturas?”.

Así que, ¿crees que la moda debería tener la misma consideración que el arte y la arquitectura, por poner un ejemplo?

Jonathan Anderson: Creo que a estas alturas hemos roto con estos límites elitistas y podemos fijarnos en el arte, la moda, arquitectura y demás y simplemente [apreciar] la creatividad. Las generaciones más jóvenes están planteándose por qué las cosas tienen que ser de una u otra manera, y creo que ese es precisamente el propósito de pintar un cuadro o hacer un vestido: debería reflejar o cuestionar el presente que estamos viviendo.
Tanto la moda como el arte son un negocio, al fin y al cabo. La moda tiene peor fama por que se vende en [mayores] cantidades, pero el mundo del arte ha acabado siendo mucho más un mercado de lo que a la gente le gusta admitir.

Arte y moda sobre la pasarela mas exclusiva del mundo.

Dior transforma su ultimo desfile de alta costura en un espectáculo de acrobacias.

La diseñadora ha demostrado su imaginación y creatividad, queriendo que el desfile se sumergiera en el mundo mágico del circo para volver a interpretar el dialogo entre el espectáculo y la moda que ha unido ambas disciplinas desde hace décadas.

Dior eligió los jardines del Museo Rodin para representar las propuestas de alta costura. La firma volvió a sustituir la clásica instalación que puede llegar a acoger una pasarela. Construyo una capa de circo con vivos colores. En el interior del desfile se podía observar una actuación acrobática.

El grupo de acróbatas estaba formado únicamente por mujeres, y principalmente se creo con el objetivo de romper estereotipos de genero implícitos en la disciplina y para demostrar como las mujeres son capaces de trabajar juntas para crear cosas que parecen imposibles. Ya que esto es la esencia de Dior.



Desde Paris, la Alta Costura vuelve a seducirnos y así fue el ultimo desfile de la Maison, de la próxima primavera-verano 2020 de Maria Grazia Chiuri. No ha sido la primera vez que la diseñadora ha ido mas allá de solo presentar moda. Conecto con el publico con las historias , con la belleza femenina, y con la creación , es así que ha vuelto a trabajar con la artista Judy Chicago.

La diseñadora mando un mensaje feminista, representando en las frases de los bolsos; ‘ ¿ Y si las mujeres gobernasen el mundo ?’

Se vio desfilar a siluetas muy femeninas, delicadas y al mismo tiempo empoderadas Incluyendo movimientos, tejidos vaporizados y metalizados, esto da lugar a una imagen lujosa y serena de las mujeres que nos transporta a la Antigua Grecia y Roma.

Junto a los vestidos vaporosos, los metalizados han deslumbrado en la pasarela con flecos, brocados, estructuras y por supuesto volúmenes sutiles.

Por otro lado, las joyas han sido importante durante todo el desfile. Piezas imponentes donde los animales y otros seres de la mitología han aparecido.

La moda y su meditación en el contexto contemporáneo con un marco único para la transmisión de historias que va mas allá de la ropa.

Los primeros estilismos se caracterizaron por una combinación de mini vestidos y trajes de color blanco y negro contrastados con el rojo, el desfile evolucionó hasta una explosión de color, brillo y minuciosos acabados.